Construimos historias a través de objetos cotidianos.
En el ejercicio de vivir podemos advertir zonas desconocidas de nosotros mismos que van aportando al saber de cada uno.
Respirar y respetar todos nuestros procesos implica un compromiso que es inigualable
Hay elementos en nuestro cotidiano que pueden verse inútiles, abandonados, reciclados y que tienen algún valor de acuerdo con cada persona que lo obtiene o crea.
Cada objeto que nos rodea tiene una historia o quizás nos la contaron y nosotros construimos la siguiente en nuestro recorrido.
En ello, darle atención al detalle, el color, la estructura, la temperatura de un objeto/elemento nos permite percibir singularidades y en ellas aprender una nueva manera de mirar.
Las manos constituyen una parte del cuerpo que conecta con nosotros y con los otros, son como una antena que cumple su función al igual que otras partes del cuerpo aportando a nuestra sabiduría corporal y personal.
Todo nuestro cuerpo es un lenguaje en expresión capaz de decir mas que con las palabras, se acciona antes, por lo que el cuerpo siempre habla.
Nuestra corporeidad no solo esta dada por las partes del cuerpo por definición, también sus ausencias y las habilidades adquiridas.
Por ello darle valor al cuerpo nos permite conectar mediante la aproximación a una nueva manera de ver el mundo.
Desde aquí se empiezan a gestar las historias.
Estas tienen su ritmo, se trabajan, se arman y a veces se manifiestan de manera espontánea.
Tienen la vida de cada persona que las empieza a escribir y se va delineando un estilo que es singular y que se trabaja en forma grupal.
Palabra escrita, leída, narrada, grabada, es un motor que mueve y activa.
Transitamos esas historias mirándonos a los ojos, son protagonistas, son legado.
Podemos llevarlas a escena, compartir en diversos lugares, en familia y más.
Hay disciplinas que acompañan lo que surge de cada encuentro, nos nutrimos del bagaje cultural de cada una y del grupo en base a relacionarnos desde un lugar enfocado: el decir.
¿Y cómo manifestamos ese decir?
Nos desarmamos para volvernos a armar y luego decir lo que surge de esta experiencia en cada una.
Nuestro cuerpo se mueve, nuestra alma conecta, los sonidos nos vibran y expandimos conciencia que se traduce en mas movimiento, escritura y ese decir que se va haciendo más fuerte.
El cuerpo habla primero, el gesto antecede a la palabra y el desafío esta en descifrar la palabra desde un lugar más presente con nuestros cuerpos.
Ir aflojando las durezas corporales que nos tienen paralizados.
La expresión en movimiento y la experimentación con los objetos/títeres refleja una honestidad que esta allí, pronta para manifestarse.
Un espacio para practicar herramientas sonoras, corporales, objetuales y descubrir una voz propia que se refleja en una intervención performática en el acuerdo de que se expande el hacer para el desarrollo del ser.
Motivación, búsqueda, refugio y apertura para creer y crear.